lunes, 11 de febrero de 2008

después de un fin de semana largo o de un silencio parecido a la amargura

quedarse quieto,
mirar por la ventana
el viento y la lluvia.

no hacer nada,

aunque valga tanto la pena
salir a bailar
bajo
la tormenta que crece.

aúlla la tormenta
a través de los sucios
y rotos mosquiteros-

viernes, 1 de febrero de 2008

gata negra disuelta en la noche

estaba en la barra, bebiendo cerveza
sin pensar en nada, evitando el reflejo,
el espejo que estaba frente a mí,
observando sólo mi trago y de vez en vez
el televisor, donde los millonarios
apostaban grandes cantidades en su
nervioso juego de cartas.
entonces apareció ella, una chica de suiza

con un acento de suiza y con ganas de algo
me pidió un cigarrillo y me preguntó
mi nombre y comenzó a hablar entre
la música muy alta, su voz, no le entendía,
era como una gata negra disuelta en la noche
pero me dijo me gusta mucho México –
en sus ojos se escondían los atardeceres
calurosos y azules de México, esos instantes
bajo los cuales cruzaban las mariposas
de la luz- pero este lugar no es México
decía la suiza y al ver su expresión
pensé en las estrellas que le habían ofrecido
todos aquellos guerreros que cada noche
buscan besar la soledad de otros labios
maquillados igual de estampas o postales
de territorios aburridamente blancos
o de inviernos rojos como un adiós.

estaba en la barra y la chica de suiza
me dijo que los hombres la buscaban
porque pensaban que ella tenía dinero
y entonces prefería mentirles y decir,
con una sonrisa de puta, que ella
era alemana y entonces aquellos hombres
altos o bajitos o flacos o tristes o brutos
se enamoraban de su sonrisa de puta
y de sus senos blancos, después le
enviaban mensajes por celular
diciéndole que la amaban, que la
extrañaban y eso para ella era
totalmente ridículo, los mexicanos
están locos, decía, aquello no
le gustaba, pero también era falso.
no creía en esas palabras,
obvio. trabajaba como secretaria
en Suiza y ahora estudiaba español.
me pidió un cigarro y después se fue.

en la televisión, el mejor jugador de poker
se levantaba de la silla porque había
perdido la última partida,

en la calle unos tipos comenzaban
a madrearse

yo pedí otra cerveza.