jueves, 25 de diciembre de 2008

VACA781223

Hoy -puta madre- cumplo treinta años.
Hace mucho pensé que a esta edad
sucederían cosas interesantes, que tendría,
por ejemplo,
varios libros publicados, que habría ganado
una beca, algún premio, que sería maduro.
Habría viajado por todo el mundo.
Estaría viviendo en Europa o en la India.
Pero nel.
Cumplí treinta años y soy más intolerante.
He publicado un par de libros sin relevancia.
No he hecho nada importante en la vida.
No he ganado nada.
Las cosas que antes me prendían, me aburren.
Me da güeva la gente; me da náusea.
Pero me siguen gustando las jovencitas y las mujeres
maduras. Me gusta coger duro, coger porno.
Soy adicto a las mujeres en minifalda.
Soy adicto al tabaco, al alcohol y a las drogas.
Me caga parecerme a mi padre.
Me caga parecerme a cualquiera.
Me cago en cualquier teoría sobre dios.
Me gusta que mi madre me abrace.
Hoy no extraño a nadie.
Tengo un par de amigos que me soportan.
Una mujer hermosa que me espera.
Me gusta coger en cualquier parte.
No me arrepiento de nada.
Nací el 23 de diciembre de 1978 en la ciudad
más asquerosa y chingona del mundo,
donde estoy ahora: el DF.
He pensado no sé cuántas putas veces en el suicidio,
pero soy muy distraído.
Me gusta escuchar música clásica y Pink Floyd.
Ya no juego al fútbol.
De vez en cuando puteo.
Me sigo masturbando.
Me gusta mirar el atardecer sentado en la glorieta
del Ángel de la Independencia.
Me gustan las cantinas y ligarme a las viejas.
Me gusta caminar a solas por el centro de esta ciudad,
entrar en las librerías y tomar vodka en los puteros.
Hoy cumplo treinta años y en realidad las cosas
no son muy distintas a cuando era un chamaco.
Sigo sintiendo miedo, pero es más controlable.
Sigo sintiendo melancolía y deseo.
La vida es una gran chaqueta mental dentro de un sueño
interminable.
La muerte jamás se ha separado de mí.
Mi mujer trae puestas una tanguita roja y está
mojada en la cama.
Cumplo treinta años en una habitación sin tapujos,
al norte de esta ciudad, y los ojos rojísimos
y aliento a tequila.
Hay un chingo de humo.
Tengo la verga parada.
Siempre termino igual.

navidad

la navidad siempre me ha parecido melancólica. trato de evitarla.
me burlo de lo que veo: luces multicolores, gente de compras,
pinos adornados, nacimientos, la ilusión que flota en el aire,
a la que casi todos se entregan.
a pesar de lo jodido que está todo, de que esta sociedad no funciona,
la gente ríe y veo familias felices, amorosos felices, niñas y niños
felices.
me resulta contradictorio y estúpido; y sin embargo doloroso.
pienso en los seres humanos que viven en las calles, pienso en los jodidos,
en las mujeres que llevan en su rebozo un crío y piden limosna,
en la mano de los limosneros, en los enfermos, en los condenados,
en los olvidados,
en cómo son ignorados , en cómo son presa para paliar la dolorosa moralina
de la culpa de los llamados suertudos;
en por qué chingados es así este pedo.,
la navidad es absurda. de niño me gustaba, es cierto.
ahora me parece una porquería.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Grafiti de mujer sobre la cama (I)

Semidesnuda sonríe después de coger,
en tanguita y playera de líneas verdes
con líneas blancas y sobre el seno izquierdo
un ridículo ti amo en manuscrita. Suéter
negro. Brazos doblados tras la nuca.
Está relajadísima.
Parece que se hubiera inyectado morfina.
Su vientre se mueve con tanta parsimonia
y recuerdo a esas perras dormidas en la sombra
de un árbol frondoso, en un caluroso verano.
Pero es otoño y hoy anunciaron la luna llena
más grande del 2008. Es viernes; es diciembre.
Piernas flexionadas, puedo ver su concha,
en esa tanguita de rayas grises y rosas.
La tanga mojada por los fluidos del sexo.
Pienso en las líneas cachondas y angustiantes
de Egon Schile y en viajes de aventón
por las rutas orientales de Uruguay,
comiendo mandarinas y tomando Patricia
negra edición especial y con las mochilas llenas
de ropa y dulces podridos y libros mojados,
buena merca y litros de tinto suelto.
Trae unos aretes de piedra blanca que brillan.
Su rostro tiene algunas muy leves sombras.
Labios húmedos y listos para chupar,
como gusanos, otra vez la carne.
Oscuros ojos verdes capaces de matar
a las bestias más infernales del alma.
La cama donde está acostada tiene
las mismas sábanas azules de siempre.
Su cabello está disperso ahí, entre los días
y las noches, como si un costal de granos
de café se hubiera reventado en el silencio.
Se levanta a tomar refresco. Se soba
las piernas con sus manos de doctora
y se me queda viendo.
Se vuelve a recostar, contemplativa.
Cantan los gallos de la noche.
Hace frío. Se me antoja un trago de tequila.
Carajo, esta buenísima esta vieja.
No sé cuándo, pero ella también ha de morir.
Nada podemos hacer al respecto.
Ni siquiera sobrevivirán estas palabras.
Pero algo quedará de ella, me cae de madres.

jueves, 11 de diciembre de 2008

un sueño dentro de otro sueño

te soñé, te soñé, carajo, otra vez,
no me pasa como antes, pero
pasó, ya sabrás, muy neto
que hasta te confundes –
los poetas chinos lo saben-
nos encontrábamos en
la casa tuya de ese sueño mío
un departamento de principios
del siglo XX
con muchas ventanas y libros
y plantas verdes
y muebles de madera
yo te decía que te estaba buscando
y tú me contestabas que me esperabas
desde hacía tiempo
que sabías que regresaría
y podía tocar tu pelo, sentí tu olor,
otra vez, como tantas veces
y estaba excitado y tú también
y te abrazaba y tú te dabas la vuelta
y te bajabas el pantalón
me decías que desde hacía mucho
esperabas mi regreso
tu piel blanca y eras pequeña
y tocaba tus nalgas
te levantaba la blusa y tocaba
tus senos, otra vez,
el peso de tus senos de sueño
en mis manos de sueño
alguien nos espiaba desde
otra habitación, yo lo sabía
pero nosotros fornicábamos
desesperados
por todos los años que no lo hicimos,
te doblaste hacia adelante
y cogimos, desesperada y tiernamente
tu pelo se movía en tu espalda
sentí tus nalgas frescas en mis piernas
era maravilloso
en un cuarto con cortinas blancas
agitadas por un viento agresivo
quedábamos exhaustos y sudorosos
y nos reíamos y después de vestirnos
yo te decía que no había pasado
un sólo día sin pensar en ti,
que no te había dejado de amar,
te pedía perdón, volvamos
y tú me tocabas la cara, veía tus ojos,
otra vez,
el ámbar despiadado de su bondad
y me decías tú eres el único hombre
al que he amado
y nos abrazábamos lascivos
y me sentía feliz al ver tu sonrisa
de sueño
salíamos del cuarto o el cuarto más bien
desaparecía y aparecía otro
un pasillo donde estaba la mujer
que nos espiaba
llevaba una bata puesta, una bata
que en ese momento supe que era tuya,
aunque era fea
y la mujer estaba enojada y exaltada
yo trataba de tranquilizarla
ella me pedía que te explicara lo nuestro
y yo te decía, espera, no hagas caso,
espera,
la otra mujer insistía y yo le decía calma
que a ti no tenía nada que explicarte
más bien ella no tenía nada que hacer ahí
y le pedí que se fuera
pero tú comenzaste a agarrar tus cosas
tenías que irte, tenías un compromiso
yo sabía que no tenía que dejarte ir
me quería ir contigo
o teníamos que quedarnos de ver
en cualquier otro lugar
un parque una plaza una esquina
una calle, algo para encontrarnos
más tarde,
pero fue inútil, porque era un sueño,
y te fuiste, sin despedirte
y yo me quedé ahí y la mujer seguía ahí,
con tu bata
mirando por una ventana
y yo me sentí triste y después todo cambió
iba en una especie de isla flotante
por el atlántico, cruzando países,
en la isla había gente contenta
no hacía falta nada
había árboles frutales y
botellas de vino y fiesta
cavernas y tipos prehistóricos
pero yo me sentía solo
encontré a un sujeto que según
era Jesús, con una túnica y
saliendo de una caverna
traía unos clavos oxidados en su mano
y me decía que era jodido que jamás
se los hubieran cambiado
y caminaba y desaparecía
de pronto un grupo de música
andina, de perú
y yo pensaba en ti, en que te había
visto y que te habría de encontrar,
otra vez,
entonces me desperté,
sentí el brazo de mi mujer
me abrazó con tanta ternura
y se acomodó en mi costado
llovía y hacía mucho viento
un viento y una lluvia
decembrina y mucho frío
luz de las siete de la mañana
por un rato me quedé pensando
había tenido un sueño hermoso
un secreto entre tú y yo
y supe que tenía que escribirlo
estampar el sueño de un sueño
dentro de otro sueño
aunque no tenga sentido y todo
se vaya a la mierda
como nos pasó a nosotros
y entonces abracé a mi mujer
ella también soñaba y
sentí su calor y su olor de hembra
dormida
y unas terribles ganas de llorar
invadieron mis ojos

kite surfing

no quise levantarme de la cama
todo el día tirado ahí
oyendo cómo entraban y salían
los vecinos
enamorados,
hablaban de cosas
que necesitaban comprar
en el súper
de las prioridades para ese día
del papel de baño que falta
y del jabón
y del insecticida
y se decían sí mi amor
vamos a comer con fulana
hoy?
no mi vida
tenemos que comprar el regalo
de tu hermana
sí mi amor
no te olvides de apagar el ventilador
no gordo,
hay que pagar la renta
sí gorda
después se escuchó el candado
del cancel, se alejaron
y yo me sentí a salvo
de escuchar esas estupideces
necesarias para el amor
de nuestro siglo

traté de masturbarme
sin poder fijar ninguna imagen
en la cabeza
techo blanco mi mente
no podía imaginarme nada
y no pude
tomé un libro y tampoco
me pude concentrar
intenté dormir otra vez
pasaron como diez minutos
después me levanté
me preparé un café
fumé un cigarro
y miré por la ventana
la luz del sol imponente
sobre las palmeras
y las blancas piedras
y esa masa de agua salada
que cubre
la mayor parte de la superficie
terrestre

sonó el celular
y vi en la pantallita
el nombre de una vieja amiga
a la que le debo dinero
no contesté
volví a la ventana
el mar caribe de esta playa
parece una bestia
dormida y hermosa
sobre su líquida espalda
unos tipos en unas tablas
y con un paracaídas
eran jalados por el aire
eran como tres manchas
a lo lejos
parecía que podían
enredarse
o que el viento
en un arranque de locura
los levantaría a varios metros
y después los azotaría
contra la bestia
o quizá los arrastraría
hasta perderlos de vista
para siempre
le llaman deporte extremo
si no lo estuvieran haciendo
se estarían inyectando
cualquier cosa
y estarían arruinados
pero ellos son tipos deportistas
y necesitan eso
para quemar la adrenalina
contenida
y el kite surfing está de moda
y ellos consiguen todo el equipo
que cuesta más de dos mil dólares
y ellos se sienten bien

es un día como cualquier otro
todavía no es invierno
el celular vuelve a sonar
y lo apago

antes de que vuelvan los vecinos
por un rato
abro la ventana para sentir
el aire del norte

sábado, 6 de diciembre de 2008

atardece como un lento alacrán

en esta calle sucede el mundo vestido de paredes grafiteadas
y autos descompuestos y nadie camina por ahí
si a caso una mujer me esperara, una mujer capaz de darlo todo
en esta calle brilla el asfalto en esos pedazos de cristal
migajas de un sueño oscuro
en esta calle hay una mujer con sus dos hijos en la sombra
es inclemente el calor de este verano
son las cuatro de la tarde en mi recuerdo
–las cosas sólo existen cuando se recuerdan-
en esta calle hay perros y gatos perdidos y no les importa
si eres tú o yo o la mujer más buena del mundo
quien camina y es posible la pérdida al doblar la esquina
si acaso una mujer estuviera dispuesta a jugarse todo
a dejarlo todo por mí
en esta calle parece que no sucede nada, pero sucede el mundo,
lentamente,
como suceden los aniversarios o las olas en unos ojos grises
o el odio en unos brazos abiertos
la guerra y la paz también están aquí, imperceptibles, a ciegas
el nombre de cada día habita la calle,
el nombre de cada mes, algunos años
antes esto era selva y sudor de selva y alaridos
antes esta calle no era la línea de la vida en la mano de este mundo
pero, de algún modo, también ya lo era
en esta calle la derrota está borracha y canta a grito abierto
canciones de Agustín Lara o de una banda llamada Los redondos
y me pregunto por José Alfredo, carajo,
y hay quien recuerda una patria del tamaño de otra calle
donde la felicidad dejó de fundar la hipocresía
y trata de cortarse las venas
y también hay quien sólo se da cuenta de lo inútil que es tramar
cualquier venganza contra su destino
y lo acepta como una rola en vivo de un tal Jimi Hendrixs
y simplemente enciende un cigarro y mira
por la ventana las alcantarillas del sol,
y escupe sobre la sangre de la tarde, otra vez la tarde
la fórmula mágica del vacío