viernes, 30 de noviembre de 2012

blackbird fly

a veces pensar en ti me reconforta con la vida.
de algún modo me da fuerzas para mantenerme.
a pesar de ser un vil sobreviviente, un rostro más
entre miles de rostros más y fantasmas y zombis
y asesinos y rateros. entre insoportables amorosos
y bellezas plastificadas y estúpidas y pasajeras.
no somos nada más ni la historia nos devolverá
la suerte de haberlo sido alguna vez. 
una canción lejana, la voz de una mujer 
(parece Blackbird, con Helen Mirren),
me hace recordar las mañanas que pasamos juntos,
sin nada importante que hacer, sin nada urgente.
sin futuro y sin miedo. desnudos en la cama
más chingona del instante, entre risas y palabras
como pájaros negros y albatros y caricias
como brisa de mar por la mañana, antes de volver
a coger. aquello era realmente estupendo:
la música que escogías con todo el descuido posible
y tu voz suave y melodiosa entonando la canción
tras la muerte de la noche, tras la desaparición
de todos los sueños y fracasos. 
a veces pienso en lo que fuimos y la sensación
que me producen las imágenes de tu cuerpo,
los acordes de tu voz, algunos gestos y mañanas,
me hacen entender que los perfumes de la oscuridad
desaparecen y esto del tiempo hay que tomárselo
con calma. la única posibilidad es aceptar nuestro camino.
.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

este errar de inmediatez

uno siempre termina equivocándose, abre puertas falsas.
las puertas son pedazos de madera sin sentido.
nadie justifica los errores ni nadie los implanta.
las cafeteras y los televisores se descomponen.
hasta el vacío tiene en sus entrañas la caducidad.
la comida se pudre en el refrigerador.
las mariposas han olvidado este jardín, donde bailamos.
ya no les importa. los ventiladores siguen encendidos,
a pesar del frío y el cúmulo de ausencias.
la naturaleza marcha al ritmo de un violín decapitado.
la magia de las pequeñas cosas, los sucesos esparcidos
entre el insignificante polvo de los objetos cotidianos,
la lluvia y la ropa colgada en los luminosos callejones
al borde de las lubricadas y sucias azoteas
contienen el carácter de un abismo afilado con la piedra
de la madrugada. en el horizonte va el cuerpo
de la mujer perdida. las casas abandonadas hace muchos años.
las diminutas habitaciones preñadas de odio y soledad.
en nuestra calle, en nuestra colonia, en nuestra ciudad
de amorosos devastados y perdidos, alcohólicos y fracasados.
me gustan las cáscaras de naranja cayendo de tus manos.