lunes, 2 de abril de 2012

otra forma de sobrevivir


es posible que nada de esto que te digo sea cierto,
y tienes toda la razón,
pero dime tú si en verdad eso tiene importancia,
si sabes que de lo único que se trata es de encuerarnos,
o algo así dijo el Sabines,
bajo cielos estrellados y titilantes de melodiosa
melosidad, si de lo que se trata es de entregarnos,
arrancarnos la ropa y copular en fuego
o nieve, tatuarnos en la fugacidad del tiempo
desgajarnos, deshacernos,
no se trata de conocer el sentido etéreo
eterno entero del alma acalambrada en la almarada
nuestra razón de ser,
si es que somos más que música y platos rotos,
mírame o mirame, che, amiga, piba, chulada,
soy un tipo feo, escuálido, decadente y despreciable,
horrible, pues, al fin y al cabo, trago a trago,
raro y sin escrúpulos y valeverga y majadero,
pero y eso qué,
si de lo que se trata, condenada, es de coger toda la noche
como animales en celo
prolongar la neta del placer y descubrir nuevas formas
de satisfacer la hoguera de nuestros deseos
más ruines y más bajos.

los escondites se desnudan para nosotros


aún no ha empezado el juego y ya siento qué pieza vas a mover.
lo he visto en tus ojos, esta tarde,
lo he sentido en tus palabras, cuando me llamaste por una idiotez.
es extraño cómo se comporta uno en estos casos,
las calles vuelven a tener perspectivas estúpidamente divertidas
y lugares que habían desaparecido en algún rincón del aburrimiento.
los escondites vuelven a aparecer para nosotros, delirantes.
hay miles de casas que podríamos invadir,
paredes donde podríamos escribir nuestros nombres encerrados
en ridículas figuras de cristal o días de la semana y relojes sin cuerda.
aún no ha empezado lo rudo de la tormenta y ya buscas guarecerte
bajo los restos inservibles de mi paraguas que no sirve.
te acercas lentamente, calculas; en el fondo sabes que estás perdida.

la única promesa que vale la pena


te has aparecido por aquí con una sonrisa de persecución
y delirio,
con unos ojos de ciudad perdida y bares con olor a whisky.
hermosa como una profecía vacía y silenciosa
en mitad del primero y el siguiente trago,
como si no te importaran las miradas ni las opiniones de
los payasos que gobernamos en el inframundo.

he mirado tu cabello y he pensado cómo podría cogerlo
mientras te aprieto contra mí,
he pensado en la estrategia
en tu olor a patria de sangre
y ambición que ya no nos asusta
a ninguno de los perros que husmeamos en la entrepierna
de tus fantasías.

aquí estoy yo, ahora, y lo sabes, me has visto y 
me has dado cuerpo
para ti
he dejado de ser fantasma, ángel o pendejo, 
por un instante,
para ti.

por dios que follaremos toda la noche y te haré venir 
en lo más oscuro de tu oscuridad.

algo anda mal

hemos comprado un sofá cama a un precio
que con eso
hace algunos años
me habría alcanzado para ponerme una peda
de cuatro días y acompañado de una mujer
a la que le valiera verga si mentía
o decía la puta verdad.
lo hemos pasado bien, mi mujer y yo,
como dos adolescentes suicidas
arrojados al vacío.

y ahora, hemos comprado este mueble
infeliz y testarudo,
color atardecer de playa paraíso.
que en unos años será un recuerdo 
alegre
y sin duda 
doloroso 
como policía sin delito qué masticar.
algo que jamás figuró en nuestros planes
de viaje ni de astrolabio ni de asalto
a esos bancos de sueños iracundos,
montados en motocicletas,
a través de las carreteras
de nuestros propios y amorosos infiernos.
nuestros continentes, nuestras estrellas.

y finalmente lo hemos hecho
porque en unos días
llegarán sus viejos,
después de tantos años
de intentarlo.
su país y su origen ubicado
a más de nueve mil kilómetros
al sur
de nuestra pequeña revolución
sin bastardos ni significado.
al sur
de esta playa donde cada día
crecen y lloran más edificios
y traiciones.

y esta sensación de buen hogar
ahora
me da tanta comezón
-sabes bien que soy una bestia-
urticaria en los brazos y en las piernas
y en los huevos.
de verdad, no te miento.
me siento tan ridículo haciendo de marido
que se esconde de los cuernos
y finge ignorar la lencería de otras mujeres
que estos tiempos oscuros
parecen más bien un par de tortillas
quemadas
en el comal de los nacidos 
para perder.
y qué digo con eso: nada, nada, 
nada.

mejor me tumbaré sobre el famoso
mueble. 
destaparé una chela. 
intentaré dormir.