preñó con
violencia los juicios del amanecer.
a pesar de
estar equivocados.
bajo cielos
azules y algunas nubes
desvaneciéndose
en la imaginación
y esos
paisajes deslumbrantes de la soledad.
la suerte
de sobrevivir a tantas noches perdidas
en el
desierto de los fuegos fatuos
con nombre
de mujer o intento de suicidio.
cuando se
comprende la absoluta nulidad
de todo
esfuerzo, la estúpida necesidad
de la lucha,
una noche desbordante de
constelaciones
y preguntas secas
grafiteadas
en las paredes de la catástrofe;
cuando se
comprenden las trampas
con las que
se ha conquistado la ilusión
y el
aborrecimiento:
las hojas
arrastradas por el río
hacia ningún
lado –llámale mar o abismo-
lo dicen
todo. y las alas de la decadencia
elevan al
mundo en majestuoso vuelo.