hace frío
en esta noche de enero
a la mitad
del camino
de mi vida
con sus
luces
y su paisaje
en tregua
barbarie
dormida
mientras
escucho música
de finales
del siglo XIX
música
sembrada en la posible
infinita curvatura
del tiempo
escribo
porque la palabra es
mi única
posibilidad
de respirar
definitivamente
porque la
palabra es la sangre
de esta estructura
de carbono
del que tú también
estás hecho
la vida
toda
nuestro viajero
y galáctico
esqueleto, pienso
mientras
escucho esta música
minimalista
–
como seguramente
ha de ser
todo el
universo-
del XIX sin
poder explicarme
cómo antes
muchos
miles antes
millones de
muchos miles antes
dicen al
menos 15 mil millones de años
antes
no había
nada
nada nada
es decir
nada o lo
que esa palabra nada
signifique
aunque lo
entendemos bien
como ninguna
posibilidad de mezcla
de átomos y
menos de moléculas
que
devinieran por sólo poner un
ejemplo
en esta música
que escucho
como si
fueras tú
y tú
y tú
música del
XIX
Erik Satie
y sus Gnossiennes
sobre todo
la primera
no poca
razón le faltó a un amigo
que me dijo
un día
que ésta
sería la música ideal
para
acostarse a morir en su propia cama
reconciliado
al fin con todo
la escucho
en esta
noche fría
a la mitad
del camino salvaje
taquicárdico y aburrido
taquicárdico y aburrido
de mi vida
esas notas
que parecen caer
como palabras
de nieve
en esta noche
solitaria
al sur
salvaje de la tierra
donde he
cumplido
más de 15
mil millones de años
y unos cuantos más
para decir a coro
para decir a coro
con Dante y los infiernos
en el mezzo del camino de la vita
y
sorprenderme en el mezzo del camino de la vita
y contemplar
el manto sin límites ni bordes
ni fronteras
bajo la bóveda de sueños oscuros
y pienso en el futuro
de todas las moléculas
ni fronteras
bajo la bóveda de sueños oscuros
y pienso en el futuro
de todas las moléculas
en el inevitable destino
de este viaje bioquímico
de este viaje bioquímico
ubicado en el fondo del barranco
de la desaparición definitiva
de la desaparición definitiva
pienso en el futuro sin agresividad
conquistado finalmente
por las hijas de la inteligencia
humana
hechas de componentes mecánicos
y electrónicos
y al fin autónomas y capaces de autodiseñarse
infinitamente
más perfectas que las células
las hermosas MÁQUINAS
y me doy cuenta que la vida
esta nuestra vida
tal cual la conocemos
con su sangre y sus lágrimas
y sus celos y sus frágiles instantes
de felicidad
habrá sido entonces
un puente de luces necesario
tejido con música y poesía
y vicios y pasiones
conquistado finalmente
por las hijas de la inteligencia
humana
hechas de componentes mecánicos
y electrónicos
y al fin autónomas y capaces de autodiseñarse
infinitamente
más perfectas que las células
las hermosas MÁQUINAS
y me doy cuenta que la vida
esta nuestra vida
tal cual la conocemos
con su sangre y sus lágrimas
y sus celos y sus frágiles instantes
de felicidad
habrá sido entonces
un puente de luces necesario
tejido con música y poesía
y vicios y pasiones
que tras su
desplome
dejará un eco deslumbrante
como una primavera
con sus flores y sus recuerdos
un olvido que como esta música
minimalista del XIX
lentísimamente
se perderá
tras el horizonte dibujado
por una mujer
como una primavera
con sus flores y sus recuerdos
un olvido que como esta música
minimalista del XIX
lentísimamente
se perderá
tras el horizonte dibujado
por una mujer
en una noche fría y cotidiana
como esta
como esta