destrozado
bajo un cielo de ojos pálidos
y boca
ciega de algunas veces
me sofoco
con mi antigua manera de intentar
un beso sin
futuro
con mi
resabiosa manera de fumar un silencio
un silencio
fragmentado en rostros
en
recuerdos
en voces
arranco las
fotografías que cuelgan en las paredes
de esta
soledad de trago sin fortuna
te echo
tanto de menos en las noches
al final de
todo
y entiendo
que siempre estamos echando de menos
a alguien,
por cualquier motivo la luna es así
una joven
que baila conmigo a la distancia
mi
solitaria luna sin aullidos suficientes
y las luces
de neón de ninguna certidumbre
y la
incertidumbre incendiando mi nombre
el fuego
mismo que soy
las luces
de neón que iluminan este mundo
nuestra
ciudad habitada por tantos otros
que no
somos ya nosotros mismos
por tantos asesinos
con el corazón herido
el amor tan
ciego lodo en estos días
y en estas tardes rotas que no muerden
esta puta
situación
el amor no
sirve para nada me dijiste una mañana
mientras te
vestías para salir
y jamás
volver,
es cierto
y sin
embargo te sigo echando de menos
a pesar de
haber renunciado a todo
no hay
respuestas para estos instantes oscuros
en los que
caminar sin rumbo es
precisamente
eso
el único nombre
que puede decir algo de nosotros
lo que fuimos
lo que somos
y vendrán
otros amores a pedirte que no te vayas
mejores o no, otros aromas
y otros silencios con otras flores
te
llevarán hacia otras habitaciones
y te
quitarán la ropa
y te dirán palabras dulces
y discutirán
y te
arrojarás a sus brazos
y los soles
iluminarán sus cuerpos desnudos
a la orilla de esos veranos
frente al mar
porque el polvo permanece
y cada vez
nos parecemos más
mi perpetuo intento fallido
mi fracaso alegremente destrozado
destrozado y sí, sé algo:
renunciar tampoco sirve de nada
porque las cosas
son tan,
pero tan estúpidamente claras, preciosa,
que duele entender que ni siquiera una canción
podrá lograr que el destino de toda la belleza
sea diferente