miércoles, 25 de junio de 2008

delirio de un imbécil desempleado

nada es suficiente
coges y coges y coges
y coges y te duele la
verga
la pelvis
y no es suficiente
luego ella te dice te amo
quiero estar contigo
el resto de mi vida
envejecer y pudrirme
a tu lado y tú
abismo
a su lado, te ofrece su cuerpo
incluso para que lo mutiles
te lo comas o lo escupas
o ella te desprecia y
te manda al diablo
te llama pobre imbécil
te pide que no vuelvas
pero más tarde vuelve a llamarte
y te ofrece botellas de vino
de tequila, el mejor mezcal
se emborrachan
y te deja ir solo
y te vas solo y estás solo
escuchando a Bach en un
Ipod –de hombre primitivo a
hombre tecnológico-
escuchas a Bach en un Ipod
drogado, mientras avanzas
en el micro, en el metro,
en la carretera, a todo volumen
los cuartetos y el mundo cae lento
como los últimos chorros de baba
de la epilepsia
cae a tu lado y Bach en el fondo
a través de los audífonos
escurre y te pones unas rayas
interminables sobre el espejo
del vacío,
maravillosa coca,
y aspiras el mundo y te sientes feliz
te acompaña una mujer
con una faldita cortérrima
y unas tetas de antología
y caliente y mojada y adicta
al sexo, a la vida adicta
a esas filosas sensaciones
que enferman y te la mama
y se masturba mientras manejas
y luego te olvida y recures al libro
te pones otra vez hasta las chanclas
crudo sobre crudo crudísimo te largas
al cine o lees a Freud a Nietzsche
a Gombrowicz, ves porno o
lees a los Panero a don Eusebio –
te empedas con don Eusebio- y te largas
y lees los mejores poemas del Negro
los mejores poemas de Carver
los mejores poemas del Bukos
te pierdes en Dosto, te pierdes
en sus infernales novelas, las sufres
te pierdes en las bibliotecas y
lees y lees a Cioran, no te cansas y te cansas
es Hamsum o Miller, el Bhagavad-Gita
carajo, te empedas de leer a los
místicos, repasas a Arquíloco
a Hesíodo a Houellebecq a Schopenhauer
y lees y lees tantos cabrones
como Fulkner, Vallejo, Borges
y entras a un curso de francés o alemán
estudias filosofía o mercadotecnia
no hay diferencia y conoces los finales
de todos los juegos cibernéticos
conoces las claves de todos las cuentas
electrónicas conoces corazones destruidos
y ella entra y enciende la luz
se desviste y te invita a la cama
y tú sudas y no hay angustia o la angustia
es un avión que no logra estrellarse
vuela en esa ciudad
y no hay temblor o el temblor
es la pista de fórmula uno por donde corren
los pensamientos ardiendo y hay accidentes
mortales y piensas en Lowry y sabes muy bien
que él sí supo hacerlo,
luego ella te invita,
ven, te dice, ven
y tú te acuestas y sabes que la catarsis funciona
pero tendría que ser una catarsis eterna
escribir en la tormenta
escribir un puto poema
y publicas mil libros y ganas mil premios
y fracasas y te llenas las venas
de más heroína dulce heroína
cómo te salva pero no es
suficiente
digas lo que digas
y no lloras tampoco resistes
subes y bajas de la cumbre
te burlas y te ríes y en silencio
ella está en la cama
te acaricia como a un cachorro perdido
y hacen el amor toda la noche
te hace el amor
y ella se levanta desnuda
camina al interruptor
lo último que ves es su cuerpo
desnudo, su silueta perfecta
sus cabellos quebrados y sonríe
apaga la luz
te pide que duermas
pero te quedas pensando
en el cálido fondo de esa habitación
donde el silencio es supremo
y sientes o intuyes
sus senos sus piernas ese
tibio cuerpo de hembra
son lo mejor para danzar en el frío
y sabes que eres el más afortunado
un puto afortunado
y todo es perfecto y no sabes qué pasa
no sabes qué pasa
sólo que nada es suficiente
hagas lo que hagas
y quisieras pedir perdón
mandar todo al diablo
intentarlo
cogerte a otras viejas
más líneas de coca
bailar en la lluvia
o pegarte un tiro
pero sabes que eso tampoco
es suficiente,
carajo, y alguien escucha a Mozart
a estas horas lo sientes
nada es suficiente
nunca
pero sonríes

lunes, 16 de junio de 2008

mi negra caliente para el frío

me calientan las películas porno,
me dice Eva, y se ríe. una risa
nerviosa, excesiva,
de niña gandalla. me calienta
la situación –dice-, me calienta
ver a los hombres cómo cogen.
carajo.
escucharla, imaginarla, saber
que se humedece y que
de pronto sola
en la costumbre de su habitación
se masturba mirando esos videos,
me la pone dura.

Eva tiene los ojos negros,
brillosos, y la costumbre
de dormirse desnuda. Eva
entra al mar,
su cuerpo está en la casa.
Eva es una negra caliente.

no le gustan los partidos de fútbol,
no le gustan los hombres que
cogen con calcetines. detesta
a los hombres que usan mocasín,
a los hombres formales, bien
vestidos, a los que usan perfume.
no soporta a los tipos que hablan
de política, a los que hablan
de literatura,
a los que hablan de dios.
Eva anda desnuda por la casa.
no soporta a los tontos y tiene
la habilidad de reconocerlos
de inmediato. no le gustan
los hombres que usan
portafolio ni a los que tienen
la costumbre de resucitar.

en sus labios hay un desesperado
tráfico de besos, son fuego negro.

ella es negra y caliente, es
la negra caliente de mi sueño en una isla,
alejados del mundanal ruïdo y
leyendo poemas de amor ella
siempre está dispuesta a coger.

le calientan las películas porno; le calienta
ver a las mujeres calientes, alrededor
de una verga dura, se incendia
y también le gustan los chocolates y
las flores en invierno, el chorro
de agua al caer de las buhardillas
en esas calles viejas de techos altos.
le gusta el color verde y el rojo
que visten las hormigas de la selva,
el amarillo secreto del sol,
pero prefiere el morado, prefiere
el desierto y vive desde hace mucho
en la playa.

Eva tiene los ojos negros
y un intenso brillo en la mirada,
parecido al de las yeguas
húmedas que corren por la pradera
salvajes y en celo.

estoy en su. mañana fría,
mucho viento. algunos pájaros
cantan como tiene que ser
el jueves, un día
lleno de odio.

he conocido
el odio, le digo a Eva y acaricio
su soledad, su rabia oculta
entre esos cabellos de negra y ella
me ofrece sus piernas de negra,
sus calientes
movimientos de negra

me acaricia,
me ofrece sus senos, se toca
el clítoris como si el vino.
hacemos el amor.
chorreo mi muerte y me resisto
a las lágrimas. Eva es
una negra luminosa y caliente.
nos bañamos juntos.
me ofrece una cerveza
y un libro (cómo nos encontramos,
maravillosa suerte, carajo).
la cerveza también es negra
y el libro es la efímera danza
erótica del siglo equis a
nuestros días. Eva escribe,
y eso nada importa, nada cambia.
Ella es mi negra caliente y
compartimos un cigarrillo.
carajo.

nos hemos jugado el odio
y la lujuria; ya nada queda.

vamos a la calle –me dice, Eva-,
vamos a vivir el invierno.