miércoles, 23 de mayo de 2012

hacia ningún lado

se escapa de los países donde la felicidad
preñó con violencia los juicios del amanecer.
a pesar de estar equivocados.
bajo cielos azules y algunas nubes
desvaneciéndose en la imaginación
y esos paisajes deslumbrantes de la soledad.
la suerte de sobrevivir a tantas noches perdidas
en el desierto de los fuegos fatuos
con nombre de mujer o intento de suicidio.
cuando se comprende la absoluta nulidad
de todo esfuerzo, la estúpida necesidad
de la lucha, una noche desbordante de
constelaciones y preguntas secas
grafiteadas en las paredes de la catástrofe;
cuando se comprenden las trampas
con las que se ha conquistado la ilusión
y el aborrecimiento:
las hojas arrastradas por el río 
hacia ningún lado –llámale mar o abismo-
lo dicen todo. y las alas de la decadencia
elevan al mundo en majestuoso vuelo.

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