martes, 22 de marzo de 2016

no hay fondo

alguna vez dije,
sólo aquel que domine su lengua tiene derecho a emborracharse
para lograr eso
era necesaria la conquista absoluta
de todas las variantes
las posibilidades de transitar sin demora
o con ella
sus caminos sus jardines sus precipicios
la larga, la interminable batalla contra el destino de tu propia lengua
porque naciste mudo y ciego
naciste sin poder articular una palabra
sin poder escribirla
y un día
cargado de coraje contra todo
sin entender por qué ni cómo
decidiste enfrentarla y conquistar
aquella lengua
lo de menos fue emborracharte
comprendiste que la lengua era otra forma de lo incomprensible
una música más dura de aquella oscuridad que somos
un rumor
un silencio
y lograste dominarla
de algún modo
y romperla
y quisiste transformarla
jugar con ella
estirarla hasta donde fuera posible su limitada flexibilidad de horizonte perpetuo
de luz que existe, aunque no toque fondo
de pregunta desnuda en la carretera
pidiendo aventón hacia ninguna parte
y la hiciste tuya
y te volviste suya
y fueron uno
uno nada más
aunque incomprensibles
aunque inútiles y pasajeros como las huellas en la arena de una playa de olas brutales
las huellas de una avepequeña
que ha emprendido el vuelo

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