miércoles, 8 de agosto de 2007

Aquel baile bajo el eclipse

Salimos a la calle en pleno día, y miramos la noche;
fue el eclipse de sol. Creía que no me amabas y
miramos el cielo largo rato. Escuchamos que a lo lejos
alguien cantaba, escuchamos voces de niños penetrando
el hielo o la arena de la luna pero algunas partes no
descubiertas del corazón; ladridos apagados que
tomaron fuerza. Aparecieron monstruos nuevos
que al paso del tiempo nos dieron risa. Un pedazo de pan
y vino y mis manos al tocarte decían que a tu lado
las noches deberían durar para siempre. El eclipse
de sol estaba también ahí, en tus ojos al medio día.
Todavía creo distinguir el olor que escurría
por tus piernas, el deseo de tus senos en mi boca.
Mover el agua junto a ti y acariciar tu pelo.
Bailaste, empezaste a dar vueltas como una niña
y giraste hasta llegar a mí como si el mundo
nunca fuera a caerse a pedazos, ni los eclipses
se fueran a terminar, bailaste con los brazos abiertos,
girabas como una tormenta sin maquillaje.

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