martes, 15 de abril de 2008

hotel la Roma

en esta habitación estuvimos
muchas veces.
entrabas y la recorrías con
pequeños saltos,
con la botella de vino
en tus manos y una flor.
yo imaginaba lo que
nos esperaba.
adivinaba tu ropa interior,
tu carne.
abrías las cortinas, mirabas
la calle y
siempre decías cosas como
me gustaría que lloviera
o
podremos quedarnos hasta
el amanecer.
ese era el único momento
del día o la noche
iluminado, esas
las únicas palabras
que valían la pena.

el tipo de la recepción
nos conocía.
entonces, obvio, todo
era distinto.

ahora que me vio se
acordó de mí
y aunque sólo dijo qué sorpresa,
usted aquí,
su mirada lo dijo todo
al ver a otra mujer
a mi lado. Ella no salta,
no mira por la ventana.

la habitación sigue siendo
la misma.
todo está en el mismo lugar.
incluso ese
profundo perfume a burdel
sigue aferrado a las cortinas.

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