nunca había visto neblina en esta playa.
a punto de
rasguñar las ventanas
decapitadas
de mi cuarto.
cerrada,
densa, espesa neblina
sobre esta
playa.
cubriéndolo
todo. alfombra de nubes cansadas,
emanadas
del misterio.
ausencia de
seres imposibles, deformes,
suspendidos
en un grito transitorio.
salí a la
calle, temprano, y estaba ahí,
la neblina,
asentada.
asechando
como una bestia herida
se arrastraba desde el mar,
entre la selva, dispuesta a vengarse
de la ciudad y devorarla
de un bocado. de su cuerpo insostenible
se arrastraba desde el mar,
entre la selva, dispuesta a vengarse
de la ciudad y devorarla
de un bocado. de su cuerpo insostenible
parecía que
podrías emerger, tú,
como en una
obra de teatro
sin argumentos,
sin argumentos,
con tu
cabello largo, cayendo por tu espalda,
un delirio romántico del sueño.
pero a través de su cuerpo sólo aparecían
un delirio romántico del sueño.
pero a través de su cuerpo sólo aparecían
por
instantes, las fantasmales luces
de los autos, el murmullo de las llantas
de los autos, el murmullo de las llantas
y el
bullicio casi imperceptible del mundo
al
amanecer.
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