miércoles, 5 de agosto de 2015

noche de verano sin lluvia

La soledad absoluta es el destino inevitable del alma. 
Solamente nuestros cuerpos se pueden encontrar.
Gilbert Ryle

somos el sabor de esa música mientras la noche
se vuelve otra piedra más
que se deja junto a esas otras piedras
que forman este camino

a veces llueve y es posible sentir
la suavidad del silencio
como alas de mariposa que vuela
entre una muerte y otra

a veces llueve y es posible sentir
el olor de esas piedras
que resisten con su mirada dura y ciega
el olor de un bosque que nace
y que irrumpe en los rincones de la casa

somos el sabor de ese whisky cuando
todavía
son las cinco de la tarde
y el sol irradia su portentosa soledad
débil ya como un borroso
pensamiento
sobre los adoquines de esta calle
donde el mundo camina
sin importar la sangre derramada
injustamente
sobre el vientre ulcerado de la posibilidad
esas dulces cosas que te gustan tanto

a veces llueve y es posible sentir
la música como el abrazo de un amigo
que no hemos visto desde hace tiempo
y celebramos

pero esta noche no llueve y sin embargo
son tan húmedos estos fantasmas
que no terminan por largarse
los jardines de la oscuridad mojados
por esa mujer que ha cerrado los ojos
para dejarse caer

alguien baila en esta noche
y aunque no vayamos a ningún lado
el sabor de la música tiene la historia de inventarnos
y la carne vuelve a tener la posibilidad de ser
antes de las despedidas
y las cartas que jamás serán escritas
algo así como infinita materia

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