martes, 25 de noviembre de 2008

corren los perros, juegan con las olas

aunque estés muy borracho
bajo un cielo incendiado de azul
y deslumbrante como
un automóvil recién pulido
donde viajan las cosas
que algún día te hicieron feliz
pasan las nubes como postales
sin remitente
y sientes tu vida hacerte una llave
que acalambra tus ganas
y sientes la nostalgia ahorcarte
como una psicópata
y sientes un gran terremoto –
como el que mató a Rockdrigo-
de recuerdos
aplastarte

puedes escuchar el mar
el barrer de una escoba en el patio
la guitarra y la voz de Chavela
paloma negra entre pajaritos
y murciélagos
de parranda diurna
sobre los cables de la calle
entre los tenis colgados
y las delicadas teclas de la
computadora –como el tiempo-
derritiéndose a palabras
y murmullos-martillazos,
un cristal que se rompe para siempre
mientras estás muy pedo
y sientes que no eres nadie
en mitad del hermoso desorden
del cuarto que rentas
después de todo
donde has estado con mujeres
locas y fugitivas, con mujeres-niñas
de piernas largas y tacones
altos como un faje
y que han preferido callar su nombre
para que no puedas invocarlas
y sin embargo se duermen
como la ternura del frío
sobre tu pecho

escuchas el ronco y lejano sonido del mar
piensas en una marmota moribunda
aunque estés muy borracho
y te sientas solo
en este burdel de la mediocridad
donde eres el tonto al que le piden
su último cigarro
y lo da
y en algunos bares ya no te admiten
y a ti ya no te importa
que la mujer de tu vida se acueste con otros
y además
te mande al carajo
los perros se divierten con las olas

a pesar de todo
has llegado a fin de mes
amanece con el mismo sol
y sabes que los buenos viejos tiempos
jamás han de partir

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