aún no ha empezado el juego y ya siento qué pieza vas a mover.
lo he visto
en tus ojos, esta tarde,
lo he
sentido en tus palabras, cuando me llamaste por una idiotez.
es extraño cómo
se comporta uno en estos casos,
las calles
vuelven a tener perspectivas estúpidamente divertidas
y lugares
que habían desaparecido en algún rincón del aburrimiento.
los
escondites vuelven a aparecer para nosotros, delirantes.
hay miles
de casas que podríamos invadir,
paredes donde
podríamos escribir nuestros nombres encerrados
en ridículas
figuras de cristal o días de la semana y relojes sin cuerda.
aún no ha
empezado lo rudo de la tormenta y ya buscas guarecerte
bajo los
restos inservibles de mi paraguas que no sirve.
te acercas lentamente,
calculas; en el fondo sabes que estás perdida.
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