que con eso
hace algunos años
me habría alcanzado para ponerme una peda
de cuatro días y acompañado de una mujer
a la que le valiera verga si mentía
o decía la puta verdad.
lo hemos pasado bien, mi mujer y yo,
como dos adolescentes suicidas
arrojados al vacío.
y ahora, hemos comprado este mueble
infeliz y testarudo,
color atardecer de playa paraíso.
que en unos años será un recuerdo
alegre
y sin duda
doloroso
como policía sin delito qué masticar.
alegre
y sin duda
doloroso
como policía sin delito qué masticar.
algo que jamás figuró en nuestros planes
de viaje ni de astrolabio ni de asalto
a esos bancos de sueños iracundos,
montados en motocicletas,
a través de las carreteras
de nuestros propios y amorosos infiernos.
nuestros continentes, nuestras estrellas.
y finalmente lo hemos hecho
porque en unos días
llegarán sus viejos,
después de tantos años
de intentarlo.
su país y su origen ubicado
a más de nueve mil kilómetros
al sur
de nuestra pequeña revolución
sin bastardos ni significado.
al sur
de esta playa donde cada día
crecen y lloran más edificios
y traiciones.
y esta sensación de buen hogar
ahora
me da tanta comezón
-sabes bien que soy una bestia-
urticaria en los brazos y en las piernas
y en los huevos.
de verdad, no te miento.
me siento tan ridículo haciendo de marido
que se esconde de los cuernos
y finge ignorar la lencería de otras mujeres
que estos tiempos oscuros
parecen más bien un par de tortillas
quemadas
quemadas
en el comal de los nacidos
para perder.
y qué digo con eso: nada, nada,
nada.
mejor me tumbaré sobre el famoso
mueble.
destaparé una chela.
intentaré dormir.
para perder.
y qué digo con eso: nada, nada,
nada.
mejor me tumbaré sobre el famoso
mueble.
destaparé una chela.
intentaré dormir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario