martes, 15 de septiembre de 2015

iglesias abandonadas

en esa imagen parecen invencibles
terriblemente hermosos
con un pulposo vestido blanco 
y flores en las manos ella
sonríe y su sonrisa proviene
de un fondo sin fisuras
es decir,
de una infancia en un jardín
sin alambrados 
y campamentos de verano
mientras él, recto y disfrazado
en ese traje de alquiler
sonríe con expresión militar
como esos soldados 
que se sienten seguros de ganar
todas las batallas

ahora
mientras ella muestra el álbum familiar
después de la comida
un silencio recorrer la mesa
alguien bebe el vino portugués
porque el silencio tiene la forma
de una iglesia abandonada

alguien tose y alguien bebe

nunca nadie espera la forma
del futuro 
lo que nunca llega 
porque es ya ahora mismo.

ella asegura que estaba 
loca por él
y mira otra vez la foto 
sin nostalgia
una foto donde no hay atisbos
ni sospecha
de lo que es el tedio de los días
y las noches
que arrastra en su huida 
en su pérdida
el tiempo entre los cuerpos 
las ilusiones compartidas
en la cama

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