sábado, 1 de marzo de 2014

con todo dolor y respeto

a Marco Fonz, in memoriam
escucho una canción cardenche
esa que dejaste en tu muro
y quisiera abrazarte, cabrón,
con el aguardiente
con los cigarros
aunque no te consuelen
aunque te hayas ido
a morir a los desiertos
quisiera siquiera levantar
el puto teléfono
llamarte y qué onda, loco,
cómo chingados estás
cómo te va en tu poetada vida
con la soledad de tu rabia
con tu rabia de estrella
con el odio que compartimos
hablar de cualquier pendejada
de esas pinches cosas del mundo
envuelto en llamas
como tu corazón de venado
como tu rabia de flor y canto
de lagarto y desierto
de selva y trueno
invitarte otra vez a que visites
la cueva de esos bohemios
esta playa nocturna
oscuro balazo en la frente del sol
invitarte por feis, pero chale,
hermano,
putisísimo chale porque recién
me entero de todo
de que finalmente lo hiciste
lo lograste
recuerdo cuando nos vimos
por primera vez
en la Roma
tenías poco de haber llegado
de Chiapas
trato de concentrarme
en ese instante
adivinar los signos ya escritos
en el viento de tus palabras
pienso en el momento exacto
de tu libertad
en los instantes previos
justo cuando dijiste
no más
el segundo exacto del incendio
de tu lucidez
la luz encabronada de tus ojos
infinitos
y no comprendo nada
y me quedo ido
estupefacto
callado como caída de abismo
no agarro la onda de nada
ni entiendo que es así
que ya está
que al final estoy solo como tú
que ese no fue el motivo
no los hay
pura ilusión, hermano,
la voz de esos viejos y sabios cardenches
lo saben y por eso lo cantan,
hermano poeta mío,
carajo, pinche puto carajo,
y te lloro y te cantamos
esta noche tu nombre
adiós, adiós, adiós

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