es uno de mis libros favoritos.
un montón de estudiantes apurados
pasaban por los pasillos
para llegar a clase.
en aquel edificio donde incluso habían
irrumpido soldados y policías
para la violación masiva de puertas y libros.
sus ojos tenían la sabia tristeza de ciertas
banderas sucias y mojadas
en un amanecer junto a los muelles.
hablaba con el acento del cálido viento del sur,
tejido con la claridad de las primaveras.
te va a abrir la perspectiva, te va a cambiar
tu vida, me dijo,
y yo creí en sus palabras
como creía en sus senos y en su entrepierna
tan real como la lluvia.
entonces sostenía el libro
como ahora, tantos desastres después,
vuelvo a sostenerlo
y vuelvo a oler sus páginas
y vuelvo a oler sus páginas
mientras me pregunto dónde diablos estará ella.
quizá volvió a Chile
o se largó a una playa secreta del sur.
o se largó a una playa secreta del sur.
y pienso en la frase que esa novela de Coetze
me tatuó: el mundo está hecho para los bailarines
y los payasos.
ella tenía razón.
ella tenía razón.
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