al origen
de blanca ceniza y claro abismo.
volveremos
al polvo incorruptible del dios
que habita
en nuestros más profundos miedos y sueños.
a los
amaneceres grises de esos domingos
en los que
uno prefiere quedarse en casa solo
o
acompañado solamente por las mujeres
que nos
abandonaron hace muchas tormentas.
miro por la
ventana mientras el mundo pierde
su forma de
ser mundo a nuestros ojos de luz
y sé -no me
preguntes cómo- que volveremos
otra vez al
principio de todos los partidos.
cuando
nadie llevaba la ventaja secreta
y la
victoria tan solo era una manera de
disfrazar
la derrota con laureles de espinas.
volveremos
un día -debes tenerlo presente- y
no
importarán los hombres, sólo la hermosa vida.
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