te abandonaras a tus instintos
primitivos
e inconscientemente abrieras un
poco tus piernas
para tocar tu clítoris.
sería un privilegio grandísimo que
en tu arranque
de locura lograras un fascinante coito
repentino, querida niña de mis desvelos.
repentino, querida niña de mis desvelos.
no hay nada mejor, nada,
que pudiera ocurrirle a una mujer de carne y hueso
y amorosa como tú. tal sería el más grande
honor al que un hombre serio, incansable poeta,
podría aspirar en su frágil y corta vida.
y amorosa como tú. tal sería el más grande
honor al que un hombre serio, incansable poeta,
podría aspirar en su frágil y corta vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario