tu
entrepierna se traslucía por tu vestido
blanco esta mañana de calor caribeño.
y no hice
nada. sólo verte parada ahí,
dándole sentido a la gravedad de Newton,
afuera del
auto, flaca y buenísima,
mientras terminabas
de decirme no sé qué
cosas de no sé qué gente de no sé qué historias.
Chávez ha muerto, dijiste, pero no entendí
muy bien qué querías decir o a dónde querías
llegar. y te quedaste callada por un rato.
esperando quizá que dijera algo.
el niño pobre de Sabaneta que hizo todo
por no traicionar su infancia, dijiste
o eso me pareció escuchar o no fue así.
quizá nada ha sido como hasta ahora.
una gota de
sudor bajó por tu cuello.
una falda
blanca dejó ver la idea
de tu sexo. un montoncito de espuma.
unos pájaros
volaron al centro del día.
una revolución más fracasó para siempre.
y unas ganas de meterte la mano.
y no hice
nada. sólo mirar el resplandor
de todas
las posibilidades. sólo escuchar
cómo cerrabas las puerta y luego poner
el motor en marcha para dirigirme
hacia las trivialidades obscenas de mi vida.
y no hice nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario