jueves, 28 de marzo de 2013

la vida renace

en este cuarto sin recuerdos importantes para una libreta inspirada en el insomnio,
donde la nieve se parece a una mano sin ganas de acariciar ningún cuerpo,
la mano blanca de un dios solitario,
escriben los fantasmas que seremos lo que somos,
las preguntas se queman en el fuego y nos dan calor, nos ayudan a espantar el frío,
a sobrevivir en la madrugada solitaria de la vida,
en este cuarto, digo, atravesado por las noches y los amaneceres de países inspirados
en un dios que no existe, bajo la sospecha de saber que no existimos
en forma ni en fondo ni en tiempo ni en música ni silencio,
bajo la sospecha de que somos un poco esa nieve cayendo desde un destino sin destino,
como los ojos de una mujer que mira al mundo con ternura,
como la música que recorre las calles en busca de unos brazos abiertos,
en esta ciudad de cerveza barata y vino barato y whisky barato,
donde existir es una moda en contra de las modas y se trata de andar vestidos con alegorías
en contra del capitalismo y el socialismo y el humanismo y el pensamiento y la poesía,
donde Kant y Schopenhauer y Hölderlin son finalmente el estampado de una playera oscura
lo que cualquiera quisiera ser en un futuro,
en esta habitación donde escucho música argentina y pienso en mexicano y un par de gatos
me miran sin saber por qué diablos intento seguir viviendo como sea.
esta manera de existir todavía.

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