hoy te miré desde la ventana.
parecías dominar la soledad
de tu vida, el precipicio
de las horas lentas del vacío.
entonces te llevaste un chocolate
a tu boca, en un gesto
de absoluta confianza
y de perfecta naturalidad rutinaria.
el chocolate se derritió en tus labios
como ocurriría con la nieve
bajo un sol caribeño.
sábado, 6 de abril de 2013
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