martes, 9 de abril de 2013

MACS0647-JD

escucho un concierto
para piano 
de Mozart, a solas, 
en una habitación al este
de una parte de 
la vieja Alemania 
del este.
la noche no tiene
preguntas. 
sólo certezas -dos- 
y frío.
hace unos minutos
sentí la presencia
de la muerte.
el vértigo inevitable.
tarde o temprano
desapareceremos. 
lo sé.
así que escucho este 
concierto, 
esta noche,
con dos claras y definitivas 
certezas. 
la primera: sea donde 
sea (Europa, 
América o 
la galaxia más lejana 
del universo), lenta
apresuradamente,
da igual,
me dirijo a mi muerte
con la alegría
de haber compartido
la vida contigo, 
más de una vez.
y la segunda:
la arriesgada
y cristalina
perfección de
la música de Mozart
hace sentirme
que no estoy solo.

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