aquellos míticos días frente al mar
y unas cuantas nubes en el cielo
las suficientes para resaltar
el imperio azul de las horas y la brisa.
no era necesario pensar en el futuro
y los vendedores ambulantes
con sus mangos jícamas mandarinas
tampoco parecían vivir en el infierno.
lunes, 17 de febrero de 2014
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