jueves, 19 de marzo de 2015

aquellos micros

subí al micro y estabas sentada ahí
como esperándome
aunque nunca me hubieras visto
y me senté a tu lado
y pensé en la playa y en el sol
y te imaginé ahí
arrojándote a las olas en ese calor
de marzo, como una niña
que ignora por completo el tiempo
y el futuro
después imaginé que entrábamos
en un bar
y nos emborrachábamos y reíamos
y nos besábamos a mitad
de una rola que incluso dejaba
dejaba de ser tan simple
porque la vida se trata de eso
decirnos algo y bailar
hacernos reír
robarte un beso
meterte la mano
fumar un buen porro en la azotea
del edificio más alto de la ciudad
levantarnos
a la hora que nos dé la gana
no ir a ninguna lado
quedarnos ahí en la cama
fumando y cogiendo
haciéndonos preguntas
y respondiendo lo que sea
aquel micro cruzó Periférico y Reforma
una máquina del tiempo
con su guitarrista rupestre incluido
con sus señora con bolsas del mercado
poco antes de atascarse
con sus niños huyendo de la escuela
un micro forrado de calcomanías de Cristo
y la Virgen y unos santos
con su hip-hop-cumbianchero
y las mentadas de madre del chofer
como un montón de pájaros histéricos
que quieren escapar
en ese micro estabas con tus ojos verdes
pintados de negro
tus tatuajes de aves y flores
tu nariz perforada
guiado por los demonios de mi lujuria
me senté a tu lado y respiré
unos breves minutos de tensión
en los cuales todo fue perfecto
estaba junto a ti
los tragafuegos podían incendiarlo todo
y hubiera estado bien
hubieran acabado con nosotros
en aquel micro lleno de lucecitas apagadas
y terciopelos y palabras de amor
el olor a odio en la ciudad
y tú y yo ahí
a punto de iniciar el diálogo
que nos llevaría a atravesar días
semanas, meses de sexo salvaje
hasta que llegaron los sueños
y arruinaron las cosas
había olvidado el inicio de nuestra historia
sea importante o no
pensaba en aquello
mientras veía una pareja de palomas
que disfrutan del atardecer
ese micro y tú en aquel asiento navajeado
eras una luz indestructible
la oscuridad

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