martes, 15 de enero de 2008

un camión de cerdos

la gente tiene maneras de hablar
perpetuos argumentos de piedra
énfasis de moda para ofrecer un café
un té helado, las migajas de un espero
que te sientas cómodo y un trago
acentos
que pretenden estrechar la mano
abrazar, dar confianza.
La gente expresa admiración cuando
el otro le dice algo importante de su vida,
algo triste o algo estúpido, pero la gente,
cualquier fulano expresa admiración ante
las palabras del otro
a pesar de que le importen un carajo
las palabras del otro

la gente aparenta en las oficinas
en la escuela, en los centros comerciales
en las salas de espera, en los velatorios

me sirvo un trago de whisky
en el bar donde un hombre aparenta
estar atento a la conversación de una mujer
que se emborracha quizá porque nada
le ha salido bien en la vida
y ahora busca justificar su existencia
al estar con aquel tipo que le mira las tetas
cuando ella levanta la vista y que no deja
de mirarle el culo cuando ella se va al baño
y parece que la escucha, finge, y ella
también finge, acepta, sabe que es así

bebo en este bar después de un día terrible
en el trabajo, porque los jefes nos llamaron
a una junta para quejarse por el mal
desempeño que tenemos y nos exigen
y nos reclaman y hay quien les contesta
con igual odio, con igual exigencia, reclama,
reclamos, los jefes y los empleados
fingimos discutir, fingimos que nos importa
y cualquiera se siente lastimado,
mientras en la calle pasa un camión
transportando puercos a través de un sol
esplendoroso, un camión de cerdos
a través de un caribeño sol espectacular

hay incluso quien cree que tiene razón
y es capaz de tirar de una cuerda
para hacer sonar una campana
y es capaz de encerrar a un niño
en el cuarto oscuro del baño
y es capaz de matar a su mujer

la mujer en el bar ya está borracha,
se limpia las lágrimas, el tipo se limpia la boca
y le dice algo al oído, un dulce improperio
y ella ríe y se levantan y desaparecen
para siempre de mi vista

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