miércoles, 3 de julio de 2013

la iguana y el perro

mi perro devoró una iguana
y no fue por hambre.
la escena fue tan rápida 
como el latido de un mosquito.
el breve reptil caminaba por la luz 
de la tarde, y mi perro le vio
cómo lento se movía.
se acercó cauteloso, intentó olerle 
y la iguana, naturalmente, 
se puso a la defensiva.
entonces mi perro con la pata
la detuvo 
y la iguana le tiró un navajazo.
pero no tuvo tiempo.
y antes de que lograra escapar 
y perderse entre las piedras, 
mi perro ágil 
y veloz 
la atrapó con sus filosos colmillos.
la iguana murió en el acto.
mi perro la soltó 
la olió,
vio que no se movía.
la cogió con su hocico,
y salió tan campante de la escena, 
perdiéndose en los patios 
de la vecindad.
en un momento sentí pena
por la iguana,
pero qué podía hacer.
eso es la vida.
hay perros y hay iguanas
y sujetos que les miran.
y la tarde siguió húmeda y solitaria.

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