sábado, 21 de diciembre de 2013

ciertas diferencias

hay quien puede dejar de escribir
y sentarse a tomar un café
en alguna hora del día,
tranquilamente
platicar de las novedades
en literatura
en política
hacer comentarios
bromas
sobre las clases sociales
sobre las que imparten
en la academia
y agregar ácido
sobre los tendones rotos
del país  incluso
no pocas veces
presumen recorrer
en una frase
las azoteas y los sótanos
latinoamericanos
fuman
beben café
como expertas posturas fotográficas
saben
que existe la posibilidad
de que la historia
en un arranque de casualidad
los trague con sus fauces
engañosas.
su producción, sin embargo,
sea cual sea el número de páginas
me resulta, por lo general,
insulsa y petulante.
cansada.
estos escritores no me interesan.
ni lo que escriben.

y están los otros. escritores
que no pueden dejar
de escribir
o de vivir al borde
como si más que estuvieran
en ello
fueran eso mismo,
escritura haciéndose,
escribiéndose
y la ansiedad les carcome
el alma
no están tranquilos
no pueden detenerse
como tampoco pueden
dejar de respirar
y se vuelven locos
adictos
neuróticos.
y ellos tampoco me interesan.
pero lo que escriben,
sí.

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