sin locura
ni ojos desquiciados
y con orejas adecuadas
sin ojeras de arrojarse
al vacío de su vicio
al ocio de su oficio
a la vida pura y mismade su riesgo
la calle un corredor
de pinturas mediocres
como esas luces navideñas
en los pobres árboles
ya sin selva y en las casas
en sus contornos oxidados
y los edificios las figuras
navideñas
mientras se bebe cerveza
y cientos de mujeres
embrutecidas
por su esplendorosa imagen
van y vienen por la calle
como si su destino fuera
necesario
y el tumulto se siente
navideño
y le pone a las palabras
sus esferas
y sus lucecitas parpadeantes
y los bares parecen
más que bares
bancos y salones de clases
aburridas.
alguien debería arrojar
petróleo
en todos esos óleos
y acabar con el espíritu
tristísimo
de tanto desempleado
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