la lluvia
da sus primeros pincelazos en la ventana
y la ciudad
espera limpiar su rostro
mojar sus
pies y sus manos
mientras desde
esta habitación observo
el suceso con
un trago de vino
escucho música
triste y es como sentir
que alguien
más entiende esto de ver caer
los puentes
y proliferar las hogueras
donde van a
dar todos los nombres,
esto de ir
de aquí para allá arrancándose
las
soledades y las certezas.
no hay nadie más en los números de esta
habitación,
y el horario del mundo,
el centro
del mundo con su gravedad
y sus
volcanes, es el desvanecimiento
de mis
soles sobre el géiser de mi soledad
que también
se desvanece en luz de ecos
y
embriaguez de hombres sin futuro.
la lluvia
es el aullido húmedo que se deshace
entre las
piedras y los edificios de mi afuera,
entre los cuerpos
y las ausencias de mi perpetuo
laberinto. cambia
de forma la lluvia al día
y los
pensamientos llegan empapados
a la tarde.
aunque vayan en parvada,
los pájaros
mojan su vuelo solitario
en el destino
donde fracasan las ciudades.
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