escribir por la mañana es beber un café negro sin azúcar
tratar de acercarse a los puertos donde estamos
escuchar música de Mozart por la radio
pronunciar la palabra soy a cada rato
sin comprender completamente su significado
un inmenso campo de flores y yerbas altas
de juncos y árboles enormes
de ríos y playas
el cielo está nublado y el viento agita la ramas
los cadáveres del mundo habitan los cuatro puntos
cardinales, el tiempo y el olvido
la incertidumbre y la certeza de estar vivos en estos días
ordinarios se parecen a esa mujer que limpia la ventana
y me mira con seriedad, preguntándose quizá
qué diablos hago siempre sentado frente a la máquina
pienso en la paloma que atropellé la otra tarde
y en el sauce llorón, junto al lago, donde la enterré
lunes, 23 de junio de 2014
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