recuerdas
fragmentos, el sonido de la regadera
y ella ahí,
adentro, enjabonando su cuerpo
mientras tú tratas de escribir algo sustancial
que al
final no vale la pena
y la ves
cuando se mira al espejo
o eso
recuerdas como se recuerdan
unos versos de Nicanor
Parra,
se acomoda el cabello se da
cuenta que la miras
y sonríe al espejo donde también
se refleja el sol de la tarde
somos un
espejo, piensas, y regresas
al teclado a escupir
palabras espejo
en la pantalla espejo y
escribes sobre ella
evocas el
viaje al desierto y el encuentro con
los dioses
de los hombres del desierto
el desierto
mexicano y sus coyotes
el desierto
donde la una ilumina los rostros
ella sale
desnuda del baño y dice tu nombre
y la miras
y ella se recuesta en la cama
y te invita, recuerdas
fragmentos,
ciertas escenas de un país cierto o inventado
como si se
tratara de una película
cierras la puerta y cruza tu mente
como un rayo en el precipicio de las imágenes
de tu caótica manera de ver las cosas,
una película filmada en las orillas de la vida
de tu caótica manera de ver las cosas,
una película filmada en las orillas de la vida
donde el director bien pudo haber sido
el amor
o la pasión o el miedo pero ya no
lo sabes
porque la silla del director está vacía,
te das cuenta, mientras su cuerpo
desnudo y
todavía húmedo está en tus manos
en la memoria de las líneas de tus manos
ella
bebiendo a su cerveza
la mueca de
su boca al terminar su trago
de tequila su manera
de caminar por la calle
ladeando un
poco el cuerpo hacia la izquierda
ella está sentada en
la memoria de tu vida
estructurada en instantes muy distintos
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