martes, 22 de diciembre de 2015

1997

22 de diciembre
estaba por cumplir diecinueve años
y a los pies las promesas del futuro
los besos de unos labios que soñaban
con viajes a la luna

los días eran duros y salvajes
en las palabras no había mentiras
solo fuego y agua pura
tormentas y desiertos
labios rotos curados
poemas y canciones de pólvora y jardines
llenos de flores y alas nuestras alas 
sin derrotas

sin embargo el paisaje
rápidamente fue arrasado
brotó el grito de Acteal
nos tumbó de la nube
en las noticias no dábamos crédito
a lo que se decía
cuarenta y cinco indígenas tzotziles
acribillados
por paramilitares del priísmo
mujeres niños niñas que rezaban
con sus propias palabras y sus cantos
rezaban quizá para acabar con la pobreza
para tener coraje y levantarse
hacer a un lado el miedo
y romper las cadenas y ser libres
muy tranquilos rezaban
por nosotros quizá
mujeres niños niñas
en la pequeña iglesia de la localidad

sentí cómo mis manos se llenaban de sangre
coraje y rabia
odio impotencia contra todo
el amor era un chiste
una promesa estúpida de ricos

dejamos de pensar entonces en el amor
como en un cuento de hadas
como el camino único
como la luz de nuestras tempestades
porque a pesar todo
vivir entonces era como ahora
una locura o
más bien un arrojarse definitivamente
perderse en los caminos del infierno

aquel amanecer fue doloroso
desde Chiapas el cielo llegó herido
no supimos qué hacer
nos hubiera gustado al menos saber rezar

dieciocho años han pasado ya desde entonces
y aunque me gustaría decir otra cosa
detrás de cada día una duda se disuelve

el tiempo pasa y así será hasta la oscuridad
pero ahora
sólo puedo entender esta diatriba:
de la barbarie esclava es nuestra felicidad 

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