martes, 1 de diciembre de 2015

misiones, carnal

leo en las noticias que Alemania enviará soldados
a combatir en Siria
cuando me llega el correo de un amigo
me dice que otro amigo en común ha muerto
me quedo pasmado no sé qué pensar
y escribo somos el odio y el escupitajo
ninguna guerra soluciona nada
pero guerras y violencia no dejarán de ocurrir
es burdo lo que escribo
pero me vale verga
las guerras sólo prolongan la agonía
y el dolor
y eso también les vale verga a los del gabinete de Merkel
parece que se trata de reiterar la tristeza y la destrucción
y la contradicción. la estupidez humana.
releo el correo de mi amigo y no entiendo.
le llamo por teléfono. me confirma su noticia.
¿quién no se da cuenta de esto?
pienso en el hombre que pide monedas en el puente
mientras cobija a su perro del frío
y le da de comer de su comida,
mientras otros se embarcan en misiones que otros
han dicho que son importantes
y entre sus pertenencias y su melodrama llevan fotografías
de familia de hijos la boda los amores perdidos.
o de plano no se llevan nada porque sólo tienen hambre
de un intoxicado heroísmo.
han creído en todas esas mentiras y en los cuarteles,
en sus generales y sus mandatarios.
y la gente habla del tema, respetuosa y seria.
tenía algunos años que no sabía de él,
el compa que murió. pensaba que estaba bien.
porque eso es lo que se suele pensar
cuando por x o z dejas de ver a alguien con quien
compartiste buenos momentos.
los periódicos se llenan de encabezados bélicos
tratan de justificar la intervención.
la gente va al café y desayuna panes dulces
y lee esos diarios y se explica lo que ocurre
para no sentirse mal, para soportar, ignorar
a los niños y las niñas, los jóvenes y las mujeres
y los hombres y los animales que han muerto
y morirán con los misiles pagados con sus impuestos.
pienso en el hombre del puente y su perro
en el odio adueñado del mundo
en mi compa muerto apenas desde ayer y en su risa
y en la noche emblemática
en que nos emborrachamos junto al Caribe
cuando él se tumbó al suelo con su chava
y se besaron, pedísimos, dos locos perdidos
por el mezcal y sus corazones llenos de un amor
insoportablemente infinito.

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