domingo, 20 de enero de 2013

no desearía más que una ebriedad perpetua

Todos los santos y sabios del pasado se quedan en soledad.
Sólo los grandes bebedores conservan su fama.
Li-Po

los borrachos siguen sus impulsos.
un ángel de fuego guía sus pasos
a través de la noche
y de los amaneceres melodiosos,
por donde navega su delirio,
sin timón y sin haber conciliado 
el sueño. sin importarles nada.
son ellos mismos, definitivamente.
viscerales, despiadados, animales.
miserables e incapaces de perdonar
las pendejadas del mundo.
incapaces de perdonarse a sí mismos.
celebran, liban y bailan,
entregan a la luz la fragilidad oscura
de sus incendiados corazones.
son insoportablemente necesarios
para darnos cuenta.
no soportan la presencia de los sabios
ni los santos; al contrario, la detestan 
y, agresivos, les escupen a la cara
su silencio, mientras esperan
que a sus manos temblorosas llegue
el siguiente trago.

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