lunes, 6 de mayo de 2013

el lago donde te vi

el lago estaba claro
y los patos nadaban
por una tarde
sin desgarraduras.
sin miradas ojerosas.
los tenis viejos de mi rabia,
la cólera de mi aquiles roto,
las borracheras sembradas
en mis días oscuros,
contrastaban con aquella
ordenada postal de ciudad
europea, donde una mano
de ilusiones perdidas
en sueños eternos
escribió sus palabras
de renuncia.
la piel de sentir que todos
me la pelan,
mis jorobadas profecías
sobre la blasfemia
y la autodestrucción
donde me siento
a contemplar la vida,
daban vergüenza.
aquella luz tan campesina
como tus ojos
bañaba el lago, a pesar
de la tormenta,
y surcaba el agua
sin desgajar
un solo pétalo
de la belleza de esa
tarde, por donde tú
caminabas sola,
sin hijos, sin marido,
sin amantes,
sin amigos ni familia,
completamente libre.
perfecta.
el dolor no tenía lugar.

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