I
hoy anduve
en bicicleta hasta mi clase de alemán
el frío me
pegaba en la cara
eran cerca
de las cinco de la tarde y el sol
ya se había
puesto
pero
todavía alcanzaban a verse algunas gaviotas
y algunas
palomas sobrevolando el atardecer
frío y
oscuro de Rostock
palomas y
gaviotas que han aprendido a sobrevivir
a
temporales bajo cero
sin
necesidad de otro abrigo más que su plumaje
los
edificios de la ciudad ya habían prendido sus luces
y por la
avenida Am Strande,
junto al
Warnow, iban y venían los coches
con sus
faros igualmente encendidos
la misma
escena lleva ocurriendo
varios años
y seguramente
así
continuará muchos más aunque modelos
y
conductores no sean los mismos
II
pero antes
de esto pasé el día leyendo y escribiendo
tratando de
cruzar y no caer en los barrancos
del engaño
y la desesperación
meditaba
algunas cosas cuando observé las nubes
moverse muy
rápido, querían escapar
de algún
lugar insoportable
eran una
manada de caballos salvajes
corriendo excitados
por la pradera del invierno
y el sol salió
y deslumbró el mediodía
mientras una
llovizna parecía celebrar el hallazgo
dejé lo que
estaba haciendo
me levanté
del escritorio y me asomé a la ventana
los
jardines, las paredes de los edificios
totalmente húmedos
y los
árboles, sus troncos y sus ramas sin hojas
brillaba el
vivísimo misterio del silencio
y me quedé
un rato así, contemplando la vida
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