martes, 27 de enero de 2015

la edad de la punzada

ahora mismo puedo ver una estrella
brillante / solitaria
la luna salió en plena tarde
salí a caminar
me detuve en un parque
cerca del lago donde un montón de gaviotas
revoloteaban locas, luchando por comida
unos niños jugaban fútbol
en una cancha cercada por maderos
un niño gordo y otro flaco
me preguntaron si sabía jugar
y me invitaron
querían reírse de alguien
su amiga miraba la escena
sentada en la pequeña grada
a la orilla de la cancha
bebía refresco / se reía de nosotros
pateamos el balón
centros, tiros de cabeza, fuera del área,
gritos de gol y risas
recordé las cosas que se viven
a esa edad, las punzadas que duelen
y nos atraviesan para dejarnos cicatrices
imborrables
cómo diablos ocurren las cosas
del modo en el que ocurren
me pregunté cómo serían sus padres
¿alcohólicos, desempleados,
militares, infieles, abnegados,
soberbios, neuróticos, felices?
¿sus casas? ¿con el televisor encendido
el día entero, aterradoramente limpias,
sucias, con la comida quemada,
con pasteles para la cena?
el aburrimiento que no pocas veces
ha de invadirlos, los sueños,
como me ocurrió
como me sigue ocurriendo
me fui y ellos se quedaron jugando
no eran buenos para el fútbol
eran torpes, pero no les importaba
jugaron y bebieron refrescos con su amiga
se rieron de algún amigo ausente
el sol de este día se mantuvo lúcido
hasta que cayó la noche
los tonos cobrizos de la tarde / las sombras
lucieron sus diáfanos silencios
en el atardecer de este invierno nórdico
la edad de la punzada no se olvida
los corazones rotos
los fragmentos
la estrella que me mira ahora brilla
intensamente, es hermosa y solitaria
tan nítida
parece que alguien pasó el trapo del infinito
por el cristal de la noche

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