domingo, 18 de enero de 2015

nunca recorrimos París

no quisiera que terminaras por odiarme
que me olvidaras tras la frontera del olvido
mis demonios, lo sé, son insoportables
para mí no ha sido fácil aprender a vivir con ellos
porque soy de esos que no saben cumplir lo que prometen
y hace frío y no hay ninguna luz prendida
en los departamentos de este barrio
pareciera que todos duermen
mientras yo estoy aquí,
insistiendo como un loco en hablar de ti
y de mí y de las amargos besos de la derrota
he arrojado al mar de las ciudades perdidas
miles de botellas con los poemas
que nunca quise escribir

a veces miro el cielo y sé que tú también lo estás mirando
y entonces volvemos a tocarnos como se tocan
los recuerdos de un país que existió
la noche es pesada y se enreda en mi lengua
mientras no dejo de vagar de una habitación
a otra, de un olvido a otro
y callo para no decir nombres equivocados
no sé quién soy
y a veces pienso que moriré así
de la misma forma que mueren los hombres
de mi condición,
los mediocres, los que no merecemos nada

recuerdo que una noche vi tus ojos
y te pedí que no te movieras
en ellos vi escrita la historia del mundo
y nuestro destino,
y hoy, pasada ya la media noche,
entre libros de autores que no me dicen nada
entre papeles sueltos y palabras borrosas
como carreteras en la neblina
me doy cuenta que contigo fui inmensamente feliz
cuando besaba tus pechos y acariciaba tu pelo
cuando mordía tus muslos y tu me pedías
que no me detuviera
que no importaba el tiempo
que escaparíamos de la ciudad
que faltarías al trabajo si te volvía a besar
cuando nos tumbábamos en la playa a mirar la tarde
sin esperar nada de la vida

cuántos amaneceres no celebramos juntos
entre vino y cervezas y whisky
entre líneas de coca acariciando tus muslos
o después de haber dormido profundamente
bien y despertarnos peligrosamente sobrios
o con el resquemor de platos rotos
o con el sabor metálico de la soledad
que asecha por la violencia de los amores
posesivos que sólo saben destruirse
amores bipolares que sólo saben amar
aterrados por la insoportable presencia del vacío

pasan por mi memoria escuadrones, ejércitos
interminables con tu nombre,
las edades del engaño terminan por desplomarse
y es duro ver finalmente el cuerpo podrido
de los días cotidianos donde uno intenta
ser feliz como si no hubiera pasado nada,
carajo, puras mentiras y mentiras y mentiras
y quizá por eso insisto
aunque los tipos como yo valgamos madre
aunque resulte cursi o repetitivo
aunque te dé asco
aunque logres por fin odiarme
aunque logres finalmente que no vuelva a cruzar
las fronteras del olvido,
aunque nunca recorrimos París
fuiste tú la soledad y la mujer de mi vida

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