domingo, 10 de enero de 2016

invierno en lo callado

sentado en el café, recordé el sueño,
su rostro en la penumbra
de la desconocida habitación
cuando estamos dormidos.
hay sucesos que ocurren y jamás
podremos aclararlos,
pero él estaba ahí, claro y tranquilo,
sonriente entre los otros.
entonces recordaba que había muerto,
lo miré sorprendido,
me daba gusto verlo con nosotros,
entre tabaco, música,
cervezas, cotorreando como siempre.
“qué onda”, le preguntaba,
“cómo fue que de pronto te moriste,
cómo que así nomás”.
él reía y movía la cabeza.
“sí, muy loco, muy loco”,
decía y empinaba su cerveza.
y agregó: "pero a ti 
todavía te falta mucho, mucho". 

me despertó la alarma del teléfono,
me quedé un rato en cama,
con una sensación de imperturbable
invierno en lo callado.
pensé en lo que tenía que hacer
en lo que no había hecho.
en los minutos quietos todavía
de los días futuros.
me estiré y sentí el peso de la rutina
inyectarse en mi cuerpo.
me bañé y salí. un sol resplandeciente
iluminaba el blanco
paisaje del domingo bajo cero.

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