lunes, 11 de enero de 2016

recorrimos París

fuimos héroes llenos y vacíos
de historias malgastadas.
no te culpo por haberte largado,
por haberme pedido que ya no te buscara.
por haberme expulsado de tu grupo de amigos.
siempre supiste hacer las cosas bien.

esta mañana, cuando abrí el periódico
y leí la noticia
pensé inmediatamente en esas noches
llenas de besos
tocadas por tus manos y la voz de Bowie,
su música galáctica,
el polvo azul en todas partes,
acariciando nuestro vacío con el viento
de una complicidad hecha de luna.
las huellas en la nieve
duraron mucho tiempo.

pero lo más chingón de esos momentos
atravesados por la oscuridad compartida:
tu cuerpo así, desnudo como un sol
que ilumina la música y las playas.
demasiada belleza
para un mortal que no tiene nada interesante.

descubriste el secreto,
sabías muy bien dónde guardaban el tesoro,
las llaves del instante perdurable,
los dioses que perdieron la batalla.
así te desnudabas,
mientras Bowie cantaba en el cuarto
y tú cantabas,
te sabías las letras de todas sus canciones.

sin temor a perderte
siempre al borde de ti misma y de nosotros mismos
siempre sonriente, siempre loca, siempre rebelde
y fraternal.
recorrimos París cuando soñamos,
un libro lo recuerda.

y dime tú,
¿de quién te acuerdas cuando escuchas a David Bowie?
me preguntaste mientras en tu boca
escurría la sangre de una fresa.
anochecía.
y el caracol del tiempo entre tus manos
detenido con besos y lujuria,
y tu cuerpo desnudo entre las olas.
corría por tus venas la suerte de ganar,
cualquier partida,
aunque no te importara las condecoraciones.
el mundo a tu favor.
y lo hiciste muy bien.

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