es tan chingón
vivir y sin embargo
tan triste al
mismo tiempo.
quiero decir
saudade, no tristeza:
vuelo azul de
gaviotas en la playa,
unos niños
corriendo en las ciudades
de tu memoria,
cuando el sueño
era un amanecer
entre caricias.
ahora que las
ganas se confunden
con los bares
vacíos y las noches
que no valen la
pena, es más claro
mirar la playa
donde ya no estás,
los ojos que ya no
te miran,
los labios que tu
boca ya no besan,
los días de la
semana de aquel año,
de aquel paisaje,
ciertas tardes grises
que igual fueron
profundamente tuyas.
el tiempo: ocho grados bajo cero.
la noche despejada. las estrellas
titilan sin poemas que las usen.
una pared en
blanco frente a mí,
una luz de oficina
en el escritorio.
nunca he tenido
ideas propias, únicas,
sólo copio y
repito lo esperado.
aunque ya nadie crea
en este mundo.
es tan chingón
vivir.
la música de un piano
habita el cuarto,
donde también se
incendian las promesas
porque la soledad
está conmigo
y no se
desperdicia
ni puede hacerse a
un lado.
la vida no sucede como esperas
pero suele ocurrir siempre un milagro:
la lluvia, tu sonrisa, los encuentros.
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