lunes, 4 de enero de 2016

rostros de la madrugada

me levanto temprano y me preparo
para tomar el tren de madrugada.
los rostros a esa hora también parecen tristes.
pero me digo: sólo están cansados.

las oficinas quieren comerse los destinos
sin sentido, insípidos, aburridos,
esos cuerpos bañados, arreglados,
que viajan en el tren de madrugada y hora pico.

las inquietudes más tarde serán olvidadas
los sueños ya no existen.
atentos a pequeños aparatos
o en silencio y pensando en que la vida, quizá,
les tiene reservada una estupenda alegría.

camino a la cocina y caliento agua
para el mate de cada mañana, mate amargo.
calculo los minutos
me detengo un momento en la ventana
y observo el resplandor entre los árboles.

la dulce luz del alba sobre las azoteas
abriéndose camino entre los restos 
de la noche. intensa y melodiosa,
punzante luz que acecha el silencios del suicida.

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